Ernest Graves, tatuador residente en Valencia, nos ha contado a su paso por Aizkora Tattoo que está trabajando en su tesis doctoral en Bellas Artes sobre tatuaje y espiritualidad.
Entre otras cosas, su investigación le está llevando a comprender cómo y por qué se une el tattoo al trabajo psicológico o interno y a lo religioso.
Aprovechamos los días que ha pasado como invitado en el estudio para que nos cuente más sobre su proyecto y su propuesta para aproximarse al tatuaje desde esta perspectiva.
AIZKORA TATTOO: Estás trabajando en una tesis doctoral sobre espiritualidad y tatuaje. Cuéntanos cuándo empieza tu interés por este tema.
ERNEST GRAVES: Hace años ya que me vengo dando cuenta de que hay muchos clientes que se toman el tattoo como algo que les está acompañando en un momento de su vida determinado.
Aunque el tatuaje a priori puede parecer un tema simplemente estético, para muchos es más una marca y un gesto que les acompaña, por ejemplo, en un duelo, o tiene que ver con algo que quieren integrar (una frase que les motive, o se tatúan la imagen de un animal que les inspira…). Yo mismo también me he visto ahí como consumidor de tattoo.
Comprendí así que hay algo a nivel psíquico que entiende que el tattoo está vinculado a un trabajo espiritual o interno.
AT: La unión del tattoo a lo espiritual está presente en prácticamente cualquier cultura en la que exista el tatuaje. ¿Correcto?
EG: Sí. En todas las culturas (vivas o muertas) donde aparece el tatuaje, éste tiene que ver con el trabajo interno y está vinculado a lo religioso, salvo en la nuestra.
Cualquier práctica que tenga que ver con la marca (el tattoo pero también las escarificaciones o el piercing) queda unida al rito de paso, y suele ser ejecutado por sacerdotes, chamanes… Está vinculado al trabajo espiritual en general.
En Tailandia, por ejemplo, hacen tattoos con aceite, que luego no se ven. El fin es el gesto, la marca, el dolor, la sangre. El tattoo es un medio, un canal, un conductor. Forma parte del rito, no es el fin del rito.
Si ves un monje tailandés tatuando, puedes pensar en algunas prácticas «masoquistas» de Semana Santa en donde participa el dolor y la sangre..
No obstante, en nuestra cultura actualmente el tatuaje en principio no está relacionado con eso, sino que se entiende como algo estético. Nuestro tattoo no participa de lo religioso. Está desacralizado.
AT: ¿Fue esto siempre así en occidente?
EG. No, en occidente también aparece el tattoo como algo religioso en ciertos momentos y lugares.
Por ejemplo, hay pruebas de que alrededor del siglo XVI , con el fenómeno del peregrino, cristianos se tatuaban símbolos religiosos en su viaje a tierra santa.
Hay otros testimonios, pero en nuestra cultura por lo visto estas cosas no dejan de ser algo anecdótico.
Si nos remontamos a épocas anteriores, encontramos más ejemplos. La momia tatuada más antigua que se conoce se descubrió congelada en Europa en los Alpes.
Investigando esta momia a la que llamaron Ötzi y que tiene 4.500 años, vieron que tenía alguna enfermedad en los huesos y algunas marcas geométricas en las zonas donde la enfermedad estaba muy avanzada.
Sus tatuajes, según los expertos que los han estudiado, pueden tener que ver con la superstición; marcar esa zona ahuyentaría la enfermedad. También dicen que quizás el dolor del tatuaje le aliviara el dolor físico. Otra de las teorías es que las marcas tienen que ver con puntos de acupuntura, que el tattoo físicamente le sanaba.
Son especulaciones, pero tiene sentido, sobre todo porque podemos estudiar culturas vivas donde el tattoo sigue siendo religioso.
AT: Si el tatuaje pasa en principio por ser una marca estética, ¿por qué tantas culturas, como comentas, acaban uniéndolo a la espiritualidad?
EG: Es un tema complejo, que estoy investigando.
Hay varias cosas que relacionan directamente el tattoo con lo religioso, específicamente con lo ritual. Una es la marca, otra es el cuerpo, otra es el dolor, la permanencia… Entran diferentes factores en juego que, a un nivel inconsciente y profundo, están relacionando el tatuaje con el trabajo interno, o le están dando esa trascendencia.
En los rituales es común que participe la sangre (humana o animal), la carne, el sacrificio…
El dolor físico, propio del tatuaje, puede llevar a un cambio a nivel psicológico. Joseph Campbell nombra esto en El Viaje del Héroe: La figura recurrente del héroe, que aparece en diferentes mitos en diferentes culturas, se enfrenta a una prueba que le obliga a salir de la zona de confort. Eso es lo que le transporta a otro plano físico, y a su vez psíquico. Superar la prueba, integrar el cambio, le ayuda a crecer.
Por otro lado, entender el dolor físico del tattoo como una forma de liberar una tensión interna tiene mucho que ver con nuestra cultura, con la figura de Cristo en la Cruz y el mito bíblico: Cristo es torturado y muerto para redimir nuestros pecados.
Esto es un saber psíquico muy profundo del que todos participamos y que todos entendemos muy bien. Estoy pagando con mi sufrimiento, con mi dolor. El dolor funciona como una fuerza de canje, entrego mi dolor para recibir algo a cambio.
Tiene que ver con la idea de sacrificio o de cárcel o de castigo. Está arraigado en nosotros a un nivel inconsciente.
Personalmente, cuando me he enfrentado al dolor (no sólo cuando me tatúan, sino también cuando he abandonado mi zona de confort, por ejemplo cuando he viajado solo o he tenido una rutpura sentimental) se moviliza un cambio psíquico: he aprendido o integrado algo, a menudo hay una transformación.
El tatuaje es terreno propicio para todo esto.
AT: En tu opinión, según lo que has leído y conoces, ¿por qué se perdió el significado religioso o espiritual del tattoo en la cultura occidental?
EG: Hay varias razones. Por un lado, tenemos la herencia cultural romana: los romanos lo estigmatizaban y lo utilizaban como marca para esclavos, criminales, militares…
Además, las religiones monoteístas fundamentaban su identidad en contraste con otras culturas. Cristianos, judíos y musulmanes, por oposición a otras etnias que sí que utilizaban el tatuaje, lo rechazaron.
Por otro lado, en Occidente tenemos una crisis religiosa desde hace siglos. Nietszche hablaba de que dios ha muerto, y la industrialización y los últimos procesos del último siglo nos han llevado hacia allí. La religión se ha trasladado a lo científico y lo racional le ha comido terreno a lo espiritual.
Soy consciente de que yo formo parte de un movimiento de recuperación de diferentes símbolos o artefactos que tienen que ver con el trabajo interno.
Precisamente porque estamos cojos de esto, hay mucha gente como yo o como este tipo de clientes que te comentaba que se están acercando a esa manera de entender el tattoo y entender la vida.
Y si lo que hemos estado haciendo hasta ahora es robar o adueñarnos de otras culturas, a mí me interesa intentar encontrar una opción desde la cultura Occidental.
AT. En tu proyecto tratas de volver a unir espiritualidad y tattoo. ¿Cómo y por qué?
EG. Yo trabajo con las imágenes del tattoo tradicional pero también llevo un tiempo trabajando con las cartas del Tarot de Marsella.
En algún momento, en mi cabeza empecé a entender que hay un vínculo y un poso cultural común entre esas representaciones antiguas del tatuaje occidental y en los arcanos mayores del Tarot. Ambas movidas son europeas y occidentales, ambas tienen que ver conmigo y mis ancestros, son familiares para mí, conecto con estas tradiciones a nivel irracional, por mucho que te lo argumente.
Estoy trabajando en un catálogo de imágenes con diferentes representaciones del tatto tradicional europeo y norteamericano y establezco un puente formal y simbólico con los arcanos mayores del Tarot.
Mi idea es tatuar partiendo de una tirada de cartas. Después el cliente y yo elegimos una imagen, que yo trabajaría más o menos según se requiera, para acabar tatuándola. Se pretende introducir lo ritual y se espera movilizar algo a nivel psíquico en la persona que se tatúa.
Trabajar con el tarot para mí tiene mucho sentido por la conexión emocional pero también a nivel de discurso.
Me parece una buena opción porque es un artefacto occidental. Es decir, si por ejemplo yo estoy en un proceso de duelo y quiero tatuarme, no tendría que acudir a Google Imágenes o a representaciones de otras culturas.
Sería interesante que si un cliente en nuestro contexto quiere acercarse al tattoo desde lo religioso pueda tener una opción potente, con unas raíces culturales, algo con forma y fondo sólido.
El punto no es situarme a nivel político en la melancolía ni en el rollo conservador de que lo que hay ahora es una mierda. En realidad, lo que me interesa es, en este proyecto, hacer del tattoo lo que podría ser, darle el peso que entiendo merece y que podría tener en nuestra cultura.
[Todas las imágenes pertenecen a tattoos por Ernest Graves o a su libreto Tattoo y Tarot de 2017]
Interesante reportaje.
En mi opinion el tatuaje tiene una base de referente a un grupo. Desde el tribal maori al de pertenencia a maras latinoamericanas pasando por las mafias japonesas o rusas.
Aqui tambien es corriente ver tatuajes identificativos en miembros de milicias varias, desde la legión hasta el club de futbol del sujeto. La religión catolica, con su fuerte componente imaginero, es otro tema recurrente en regiones como Andalucia.
Tiene tambien un componente de posesión, y de entrega, tanto familiar, como politica y sexual.
El tatuaje simplemente decorativo, es cada vez mas frecuente, pero minoritario.
Gracias por la entrevista, agur.
Muy de acuerdo, creo que es importante reivindicar la profundidad en éstos tiempos de inmediatez y vacuidad, está en nuestras manos tratar al tatuaje con la importancia que merece, bravo Ernest y bravo Aizkora